Cuando comencé emprendiendo mis metas y sueños eran bastante acotados, es más, siempre al pensar hacia atrás me doy cuenta que básicamente no soñaba, no creía y si bien vivía muy bien -emocionalmente tranquila-. No tenia claro hacia donde me dirigía.

Durante mi época escolar fui una alumna más baja que el promedio y con eso mis expectativas también lo eran. No era que mi familia o incluso yo misma dudara de mi, pero si era como que la sociedad ya había delimitado mi camino: salir del colegio, estudiar una carrera universitaria y luego buscar un trabajo “estable”, para llevar una vida “estable”.

Siguiendo este camino, me vi en la obligación de emprender. Estaba cursando una carrera profesional, tal cuál como mi destino me lo había dictado -digo mi destino, pues te recuerdo que mis metas y sueños aún no eran claras-. Sin embargo, comenzaron a surgir necesidades económicas y con eso también la obligación de trabajar.

Fue así como junte parte del dinero que gane trabajando durante el verano del 2012 e invertí mis primeros $60.000, con el objetivo de generar ingresos a través de un modelo de negocio online sostenido en redes sociales.

Es en esta parte de la historia, donde ese camino comenzó a cambiar…

Gracias a mi carrera ya conocía lo que significaba la disciplina y la relevancia que tenia el hacer las cosas bien. Y por otro lado, tenía este trabajo que explotaba toda mi parte creativa, me impulsaba a mejorar, me permitía soñar y también me motivaba a trabajar por todo eso nuevo en mi.

A lo largo del tiempo a pesar de la dificultad, no deje mi carrera universitaria, pero tampoco deje mi emprendimiento. Gracias a esto a mis 27 años cuando al fin había terminado mi carrera universitaria, ya había formado también mi propio trabajo "estable".

Pero este trabajo, no era cualquier trabajo, si no, que era uno que había formado a mi medida y había cambiado radicalmente ese camino del que tanto hemos hablado. Tuve que adquirir distintas herramientas adicionales a las que ya había desarrollado, como lo son el liderazgo, el pensamiento estratégico y además la administración financiera.

Desde ahí nace mi motivación para compartir mi día a día en mi “Diario de una emprendedora” ¿Por qué contar mi vida personal y profesional? ¿Por qué exponer mis sueños, mis metas y dificultades?

La respuesta es clara, estoy segura que así como yo no me permití soñar, se que hay muchas niñas, adolescentes y mujeres que sienten tanto como yo. Pero aún no se permiten soñar.

Aún no descubren su camino y creen que solo deben seguir lo que ya se les impuso, espero llegar a ellas e impulsarlas a creer en si mismas y mostrarles que a través de su  propio trabajo pueden lograr un cambio radical en su vida.

Con disciplina, constancia y la perseverancia, no hay sueños más grandes que nosotras mismas.